LLEGANDO LOS GNOMOS. Mortiis y Nytt Land – Casa Colombo (04/02/2025)

El dungeon synth es una corriente musical sumamente subterránea, pero con una comunidad de lo más dedicada. Músicos, sellos, artistas visuales (como un servidor), productores y fans de todo el mundo mantienen este género vivo. Esta comunidad se empezó a consolidar hace unos 15 años, cuando a través del histórico blog Dungeon Synth, que dió nombre al género en 2011. En dicha página se hacía alusión a un género que si bien existía, no estaba agrupado como tal. Entrada a entrada se hacía mención a discos y demos de diversos artistas que evocaban este sentimiento de nostalgia oscura, de catacumbas llenas de telarañas, de gélidos muros de piedra, de castillos y fortalezas, de espadas, de magia ancestral, de añorar tiempos y realidades no vividas. Entre ellos se nombraban artistas recientes como Erang, Lord Wind, Skarpseian y Lord Lovidicus, a la vez que pioneros de este sonido en las décadas anteriores: Wongraven, Depressive Silence, Gothmog y Burzum, entre otros (sin olvidar menciones especiales a Summoning y Midnight Syndicate). Es entre esta primer camada de artistas noventosos donde realmente se origina esta chispa que germinaría unos años después.

Uno de los principales abanderados es Mortiis, otrora bajista de Emperor. Havard Ellefsen, tal su nombre real, era bajista y letrista de la incipiente banda noruega de metal negro, pero en un momento, después de unas primeras grabaciones (primer demo y EP), decidió dar un paso al costado para centrarse en su propio proyecto. Este nuevo emprendimiento musical lo encontraría mezclando la electrónica ambiental con la fantasía medieval y las estéticas propias del black metal que supo ayudar a definir. A esto Mortiis lo llamó dark dungeon music y de ahí que en dicho blog se lo rebautizara como dungeon synth. Tras varios álbumes Mortiis abandonaría este sonido para abocarse a un estilo más cercano al rock industrial. Mientras tanto esta pequeña comunidad, poco a poco, se fue consolidando y creciendo hasta llegar a tener sus propios festivales, incluso festivales online en la pandemia del COVID-19 (otro momento clave para el género, para discutir en otra ocasión). Mortiis y otros artistas de los años 90 participaron de dichos festivales, dato no menor, ya que esto impulsó al propio Mortiis a editar material nuevo en el estilo, tras más de 20 años alejado de este sonido. De esta manera llegamos a 2024 año en que su primer álbum, Født til å herske (1994), cumple 30 años, motivo más que suficiente para que se presente nuevamente en Argentina, tras su paso por estos lares en 2018.

El lugar elegido para el histórico concierto fue Casa Colombo, ubicado a escasos metros de Uniclub, donde se iban a presentar las thrashers Nervosa. El ambiente previo al show se inundaba de camaradería y charlas ñoñas mientras que las cervezas y el calor de febrero circulaban de manera fluida. Entre risas y tras conocer varios artistas locales del género (Seven Black Books, Criptadel), se hicieron las 20 hs, momento en que la primer banda de la velada daría su show. Los siberianos Nytt Land subieron al escenario a pura mística. A los llamativos maquillajes, vestimentas y accesorios, se les sumaron instrumentos folklóricos europeos. El combo formado por Anatoly Pakhalenko y Natalya Pakhalenko intenta homenajear la música de los pueblos indígenas de Siberia, con influencias nórdicas, rusas y de Mongolia, recordando a proyectos como Wardruna. De esta manera, las líricas en idioma nórdico antiguo son acompañadas por ritmos tribales a los que se suman instrumentos tradicionales de cueras y vientos. Esto se va intercalando con cantos en clave chamánica que van desde el susurro al canto de garganta al grito de guerra. Todos estos elementos se mezclan de una manera muy dinámica, entregando un show realmente entretenido y variado, dentro de las limitaciones del estilo. A pesar de esto, el show resultó siendo un poco pasado de hora, al menos para los que no estamos tan metidos en el estilo. Más allá de todo, los rusos se fueron más que aplaudidos, su concierto fue, como mínimo, interesante de ver.

Tras unos tragos más, revisar discos y salir a tomar aire (el piso estaba mojado de tanto calor que hacía), acudimos a la señal: el show de Mortiis había comenzado. Detrás de unos vistosos banners, con su sintetizador listo, apareció Mortiis finalmente. Lookeado con su característica máscara goblinesca, Mortiis se apoderó del respetable al tocar las primeras notas de «Født til å herske», parte I, dejando en claro que escucharíamos el clásico álbum en su totalidad. Bajo la atenta mirada de Ellefsen, los alrededor de 100 asistentes apreciaban atentamente la interpretación, sin gritos esfusivos o conversaciones molestas, toda la atención estaba puesta en el verdadero ícono que es su persona. Mientras los hipnóticos pasajes iban y venían, se empezó a hacer evidente que la versión que estábamos escuchando esta re-interpretada, con detalles como ciertas campanas y ciertas percusiones que no pertenecen a la grabación original, hecho que le dió un condimento diferente a lo que estábamos presenciando. Obviamente el noruego se valió de diversos samples y presets en ciertas capas de sonido, para enfocarse solo en los momentos claves de la composición, no se puede hacer todo con un solo teclado. En este punto resulta interesante resaltar el poder de las melodías principales de este álbum, nos sumergen en cierto tipo de trance sonoro que siempre vuelve para cautivarnos una vez más. Los inquietantes fraseos de sintetizador se convierten algo primordial del momento, no se puede prestar atención a otra cosa, no se puede mirar a otro lado que no sea el escenario, Mortiis crea una manera de hacer y apreciar la música que es única. Incluso hubo momentos donde lo mejor era cerrar los ojos y dejar que los sonidos invadan nuestro ser, generando imágenes en nuestros adentros. La nostalgia, lo épico, la melancolía, la fantasía y el asombro son solo algunas emociones que aparecen en mi mente al presenciar tamaño evento. Tras los segmentos más aguerridos, los crípticos recitados de Ellefsen, los ritmos más pensativos y la vuelta a las melodías principales, el show terminó. Luego de casi una hora, Mortiis se retiraba del escenario ovacionado por los fans.

Estábamos esperando que Ellefsen termine de guardar sus elementos para pedirle fotos y autógrafos y la sensación de momento histórico y «solo para elegidos» era total. Es que realmente este es un género de lo más particular, no tiene los ganchos que pueden tener otros estilos musicales, acá no hay hits, no hay multinacionales, no hay grandes festivales multitudinarios. Solo hay pasión, ganas de hacer, ganas de compartir, ganas de sumar. Sobre todo en este lado del mundo, donde la escena local todavía es muy pequeña y no hay eventos de este tipo, salvo excepciones como esta. Pero por amor seguiremos. Ojalá que este concierto marque el camino para que esto siga creciendo, se siga sumando gente, vengan todos, acá hay un lugar, vayan llegando los gnomos.

Por Boris Bargas
PH: Cuervo Deth

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