No estamos descubriendo nada al hablar del impacto de la figura de Chuck Schuldiner en la música pesada. Desde su imborrable presencia en la escena subterránea de intercambio de cintas de la mano de Mantas, a liderar el género editando placas que se convirtieron en el arquetipo del primer death metal. De sumar influencias progresivas al estilo hasta ser una ineludible influencia en el resurgimiento de las corrientes más tradicionales del género a mediados del 2010. De esta manera, resulta inevitable que surgieran distintos tributos y homenajes tras la desaparición física del músico. Así es que, tras la visita de Death To All en marzo de 2024, Left To Die se presenta en nuestro país, con una gira que promete repasar las dos primeras placas de Death, Scream Bloody Gore (1987) y Leprosy (1988), con la presencia de Rick Rozz y Terry Butler, históricos integrantes en los primeros años del combo de Schuldiner.
Un Uniclub de escueta concurrencia recibió a la primera banda de la noche, Bestial Perception. El grupo platense desplegó su arsenal de riffs malditos con gran recepción del público. Así pasaron títulos como «Homunculus», «Panoptik», «Monolith», «Regurgitating Human Flesh» y «Akerbeltz», entre otros, de su placa debut Pareidolik (2023). Haciendo gala de un estilo que recuerda a Suffocation, Gorguts y el Morbid Angel de mediados de los años 90, destaca en sus pesadísimos breakdowns, rozando el slam, sobre los cuales Necroseba descarga blasfemias con sus distintos tintes guturales. Una banda que vale la pena ver. Luego de que el local se llene de a poco, irrumpieron sobre el escenario los músicos de Corrossive. Los comandados por Emmanuel Di Giacomo dejaron brotar su particular mezcla de death y black metal. Ataviados en túnicas y capuchas negras desgranaron su disco The Great Beyond (2021) ante un Uniclub cada vez más poblado. Sobresale especialmente el trabajo de guitarras de Joel Poggi y Agustín Giménez. Tras un ajustado set, el grupo dejó a la gente expectante del plato principal de la velada.
«E5150», la intro de Mob Rules (1981), de Black Sabbath, fue el track elegido como antesala al concierto de Left To Die. Al prenderse las luces, la distorsión se hizo carne de la mano de «Leprosy», tema título del disco homónimo. Le siguió una violenta versión de «Born Dead», con su estribillo resonando triunfante en el local del Abasto. «Forgotten Past» golpeó fuertísimo a fuerza de sus malignos riffs y ese imborrable estribillo, confirmando un alto nivel de ejecución de los músicos. «Infernal Death» y «Sacrificial» marcaron los primeros números pertenecientes al disco debut de Death, en los que brilló enormemente el gran Rick Rozz, con todos los aplausos para el ex Massacre. Después de algunos ajustes de sonido, la lista continuó con «Primitive Ways», dejando todo listo para ese himno infernal llamado «Choke On It», donde las melodías macabras cobraron un mayor significado gracias a las profundas y oscuras líneas de bajo de Terry Butler (Obituary, ex Massacre), a quién se le notaba especialmente contento de interpretar estas canciones. Un punto y aparte fue la emocionante versión de «Open Casket» y su aplastante marcha pulverizando mentes y cuerpos en un pogo movidísimo. La matanza continuó con otro asesino doblete compuesto por «Torn To Pieces» y «Regurgitated Ways», en versiones viscerales y despiadas. En este punto se pareció hacer tangible la aprobación de la gente ante la performance de Matt Harvey (Exhumed, Gruesome, ex Dekapitator, ex Repulsion) y Gus Ríos (Gruesome, ex Malevolent Creation), en guitarra y batería, respectivamente. Los músicos no solo demostraron estar a la altura de las composiciones sino también de un puntilloso conocimiento de las obras de Schuldiner. Con la gente sumamente encendida se hizo hora de interpretar el tema que da nombre a la banda. «Left To Die» fue coreado de principio a fin como si de un clásico de Iron Maiden se tratase. Su tétrica poesía fue recitada por los presentes sin dejar de prestar atención a esos magníficos cambios de ritmo y sentidos solos. El final del set llegaría de la mano de una brutal versión de «Zombie Ritual», ineludible clásico de obligatoria evocación. Cuando parecía ser el fin del show en cuestión, Harvey, demostrando una vez más su gran dominio del escenario, encaró al respetable, dando cabida a las peticiones de más temas. «Pull The Plug» irrumpió como otro de esos himnos del primer death metal, con su coro gritado por todos, hasta desgarrarse las gargantas. Como para rematar el punto de éxtasis y clímax metálico, «Evil Dead» asomó su podredumbre sobre el recinto porteño, derramando restos mortales putrefactos y hediondos sobre los oídos de los presentes, haciendo evidente la cúspide del muerte metal. Cualquier cosa que viniera después de esto sería ir colina abajo, así que fue inteligente cerrar el recital así.
Habiendo presenciado tamaña demostración, no solo de death metal, sino de la música en sí, quedaba confirmado lo que ya sabíamos pero a veces olvidamos: la obra de Chuck Schuldiner sobrevivió a la propia muerte de su creador, pero es cuando se interpreta en vivo que todo cobra otro sentido. Y es que el arte más que estudiarse como datos enciclopédicos (o no tanto) de algo estático, también merece ser apreciado en contextos de contacto directo. Muchas veces no sabemos como nos impacta una obra hasta que la tenemos en frente nuestro, en carne propia, cuando notamos que es arte vivo y lo que deja en nosotros. Violencia, arte y reflexiones varias de una noche alucinante.
Por Boris Bargas
PH: Cuervo Deth