FESTIVAL DEL INFIERNO. Hellfest – Clisson (27, 28, 29, 30-06-2024)

Clisson es un pueblo de 7000 habitantes en el oeste francés, que con su castillo y su iglesia centenaria puede decir que tiene sus atractivos turísticos. Pero el mayor de todos es un evento que se da cada año con la organización del Hellfest, uno de los festivales de heavy metal más grandes del mundo. En 2023 atrajo casi 200.000 personas, y en la edición de cuatro días realizada entre el 27 y 30 de junio de 2024 cabría esperar una cantidad similar
de gente.

A las 16:30 del 27 de julio, el primer escenario tendríamos a Asinhell, este proyecto liderado por el guitarrista Michael Poulsen, el cantante Marc Grewe y el baterista Morten Toft Hansen. Death / thrash de la vieja escuela, sin pretensiones más allá de la de darle una inyección de adrenalina a un público que buscara riffs como para justificar armar un mosh, con mucha gente saltando e incluso armando circle pits. Un buen comienzo. En el primer escenario a las 18:00 pudimos ver a los enmascarados rusos Slaughter To Prevail, capitaneados por el cantante Alex Terrible y su máscara demoníaca dorada. STP es una de esas bandas donde la idea detrás del grupo es más atractiva que la práctica: esta especie de deathcore cavernícola tiene mucho para entretener, como queda obvio con ya clásicos como “Demolisher”, “Baba Yaga” y “Viking”, pero en estudio el puñado de buenos tracks queda sepultado debajo de demasiado material que me deja tibio. Por suerte, en vivo STP tienen la posibilidad de elegir las mejores instancias de su catálogo y en el escenario del Hellfest lo hicieron de manera efectiva, con la gente acompañando a Alex con sus
brutales gritos guturales en las canciones antes mencionadas y en otras como “CONFLICT” y “Kid of Darkness”. Ojalá mejoraran en estudio, porque en vivo con STP se pasa un buen rato.

Nos dirigimos al primer escenario para ver a Kerry King, quien fuera uno de los amos y señores de los riffs en Slayer y ahora se centrara en su carrera solista. Claro, el tema acá es que From Hell I Rise, su álbum debut, es un disco al que no le tenía mucha fe en las semanas previas a su salida y un par de escuchadas confirmaron mis sospechas, con
muchas de las canciones sonando como descartes más o menos pulidos de canciones de los últimos trabajos de Slayer. Pero eso es en estudio, y en vivo quedaba ver cómo salían las cosas. Obviamente la mayor parte de las canciones de las presentación de King en el Hellfest salieron de su disco debut, porque tiene que demostrar que hay vida después de Slayer, pero queda claro que la enorme mayoría de los asistentes estaban ahí para escuchar los clásicos. Es así que entre instancias como “Shrapnel” y el tema título “From Hell I Rise” también pudimos escuchar “Black Magic” y el clásico inmortal “Raining Blood”, con Mark Osegueda demostrando en las voces que tiene la suficiente espalda como para encargarse de todas estas canciones sin despeinarse. Mucho circle pit y pogo, aunque ya para las 19:30 el cansancio de muchos en el público era visible, con muchos puños extendidos y cabeceos discretos. A las 21:25, el primer escenario tenía todo el campo colmado para ver a las que de seguro eran las mayores estrellas de este primer día del Hellfest 2024, con Megadeth tomando por asalto el escenario. Déjenme decir que Dave Mustaine me parece una de esas personalidades que dividen al mundo del metal: resentido, peleador, ególatra… E indudablemente un compositor tocado por la varita y uno de los guitarristas más icónicos de la música pesada. Su habilidad con las seis cuerdas ya está clara, pero el pelirrojo siempre la tuvo complicada con las voces: nadie va a negar que es por lejos el peor cantante del Big 4 del Thrash, ni siquiera él. Pero ya con esas expectativas, su voz se escuchó en forma para todos los que ya sabíamos cómo suele sonar arriba del escenario, sobre todo en “Skin O’ My Teeth”, y por suerte el bajista James LoMenzo y el recientemente llegado guitarrista Teemu Mäntysaari acompañan con coros para aliviar la carga del eterno líder de Megadeth, mientras Dirk Verbeuren es un reloj suizo detrás de la batería. Que las canciones estuvieran con la afinación más baja también ayudó. Más allá de los temas vocales, que era lo que se esperaba, el set del cuarteto fue imparable: a pesar de ser de sólo una hora, pudimos escuchar “Tornado of Souls”, “Symphony of Destructions”, “Holy Wars”, “Mechanix” y demás clásicos eternos del thrash, con un par de canciones del último The Sick, the Dying… and the Dead! como para balancear las cosas e incluso sumando “Kick The Chair”, canción que no tocaban en vivo hace década y media. No creo que alguien se haya ido insatisfecho, con el público frente a la imagen de Vic Rattlehead extendiéndose hasta donde alcanzaba la
vista. Las cosas en este primer día podrían haberse terminado ahí para el metalero más tradicional, pero en el escenario principal quedaba un grupo más por presentarse. Al segundo día y pasado el mediodía nos dirigimos al primer escenario para ver la presentación de las japonesas Lovebites. Siendo esta su primera presentación en el Hellfest y con un público bastante grande, el grupo se centró en este último disco durante su corto
set de media hora, con Miyako y Midori sacándose chispas en las guitarras y la base instrumental de la bajista Fami y la baterista Haruna dándolo todo en “Holy War”, “The Hammer of Wrath” y “Soldier Stands Solitarily”, por nombrar un par. La cantante Asami no tendrá la mejor pronunciación del inglés pero demuestra su potencia en cada canción,
encima teniendo que hacer lo suyo con ese vestido enorme de gala con el peligro que conlleva la temperatura en esta temporada. Un espectáculo corto pero muy correcto. Orden Ogan le pusieron algo de power al Hellfest. Incluso bajo el sol directo la gente agitaba con cada canción de los alemanes, ya fuera saltando con cada nota de canciones
como “Heart of the Android” y “The Order of Fear”, o como hicieron en “Let The Fire Rain” donde se pusieron a “remar el barco vikingo”, esa alternativa al mosh inventada en los recitales de Amon Amarth. Más allá de eso, la banda se escuchó correcta y con un buen setlist, con ese power metal que da ganas de ponerse a practicar los agudos y dándome ganas de chequear el álbum que sacarán en un par de días.

Tras una caminata al escenario Altar nos preparamos para ver a Ne Obliviscaris, la gran esperanza del progresivo extremo en esta era post Opeth abandonando el death. Los australianos dieron un set de apenas cinco canciones, pero si consideramos que sus composiciones frecuentemente superan los diez minutos entonces tiene mucho más
sentido. Durante esa hora tocaron “Equus” y “Suspyre” del último Exul y luego una de cada uno de sus otros tres álbumes, Mucho riff retorcido, contraste de voces entre los rugidos de Xenoyr y las voces limpias de Tim Charles y obviamente los acompañamientos de violín de este último, uno de los elementos esenciales de la fórmula de la banda. Desde ya que todos los músicos sonaron sólidos, con el público acompañando de manera discreta pero
respetuosa: ya con diez horas de festival encima, muchos se veían bastante cansados. A las 20:45 en el primer escenario teníamos a Tom Morello comenzando su primera aparición en la historia del festival. El guitarrista de Rage Against The Machine es uno de esos magos de la guitarra que influenció a millones, pero como solista tengo que decir que su saga The Atlas Underground son tres de los discos más inescuchables que haya tenido que soportar: la combinación de sus ruidos guitarreros y cosas como dubstep y trap simplemente no funciona. Por suerte Morello sólo tocó tres canciones de esos discos, con el resto del set siendo variado: “Soldier in the Army of Love” (con la que arrancó el recital y es el adelanto de su primer disco solista “rockero), “One Man Revolution” (de su alter ego folk
The Nightwatchman), el clásico “Like a Stone” de Audioslave, “Gossip” de Måneskin (canción en la que aparecer como invitado), covers de MC5, Bruce Springsteen y John Lennon, y obviamente varias seguidillas de tracks de RATM, que tuvieron a todos saltando y bailando incluso si estuvieran en las antípodas de las ideas políticas de Morello. En el escenario Temple, los noruegos Satyricon hacían ya su sexta aparición en la historia
del festival, pudiendo contarse junto con Napalm Death entre los grupos con más participaciones en el Hellfest. Más allá de eso, no hay mucho que decir de especial acerca de lo que fue la presentación del grupo comandado por Satyr: tan sólidos como se debería esperar de una banda con tanta experiencia, y centrándose en clásicos como “Mother
North”, “Forhekset”, “K.I.N.G” y demás tracks que un fan de la banda puede recitar de memoria sin mucho esfuerzo.
Ya la 1:00 de la mañana en el escenario Temple era hora de sumirnos en la oscuridad de mano de Anaal Nathrakh. La combinación de black metal, grindcore y metal industrial de la banda es única: recuerdo un comentario diciendo que su debut The Codex Necro no sonaba como un disco sino directamente como un exorcismo. Durante muchos años el dúo conformado por el cantante V.I.T.R.I.O.L. y el multi instrumentista Irrumator dijo que no iba a
dar presentaciones en vivo seguramente por algo sobre las dificultades de trasladar lo hecho en estudio al contexto en vivo, pero eventualmente encontraron la manera y ahora ya es la cuarta vez que se presentan en el Hellfest, con el logo puntiagudo de la banda como única decoración arriba del escenario. V.I.T.R.I.O.L a primera vista no parece el tipo más pesado, hasta que abre la boca y deja salir su demonio interno en himnos de brutalidad, violencia y oscuridad como “In the Constellation of the Black Widow”, “Bellum Omnium Contra Omnes”, “Obscene as Cancer” y “Feeding the Death Machine”, entre otras. Mosh brutal, headbanging y demás, fue en la final “Submission is for the Weak” donde se armó el mayor wall of death de la noche, con V.I.T.R.I.O.L alargando la canción antes de dar la
señal para el comienzo de la brutalidad con el inmortal “Die on your knees!”. Un gran set para quemar los últimos cartuchos de energía de la noche, e irnos a nuestros aposentos para prepararnos al día siguiente, con el cuerpo dolido pero contentos por lo que habíamos pasado.

Ya para el tercer día el ritmo del Hellfest nos estaba cobrando factura, pero teniendo la oportunidad de estar en semejante festival no nos íbamos a quedar sin disfrutar cada fecha del mismo al máximo de lo que pudiéramos. Así que reunimos fuerzas y el sábado 29/06 nos dirigimos a los terrenos del festival para continuar con nuestras experiencias metaleras. Para ir calentando el ambiente en cuanto a heavy metal de tintes épicos en el Mainstage 2,
los estadounidenses Eternal Champion hicieron presencia con un escenario prácticamente pelado, sin siquiera el logo de la banda en la pantalla superior. Pero el cuarteto demostró que no necesita nada de ello (a pesar de que escuchando sus discos me imaginaba una escenografía a lo Amon Amarth) y tuvo al público rememorando los días de aventura y espadas a través de un setlist dedicado en partes iguales a sus álbumes The Armor of Ire y Ravening Iron. Canciones como “Coward’s Keep”, “The Last King of Pictdom” y “Skullseeker” fueron inyecciones de adrenalina y testosterona para el público, con Eternal Champion demostrando que son de las bandas más importantes del heavy metal épico de los últimos años.

Claro que después de la fantasía, de vez en cuando no viene mal un golpe de realidad, para lo que fuimos al escenario Warzone para una dosis de punk rock de la mano de The Casualties. Desde hace unos años los punks están sin su figura más representativa, con el cantante Jorge Herrera habiendo anunciado su salida (en buenos términos) en 2017, siendo el último miembro de la formación original todavía en la banda. Ahora con el guitarrista Jake Kolatis como miembro más longevo, habiendo entrado tres años después de su formación, el cuarteto se dedica a mantener el legado de estas leyendas del punk callejero, y no lo hacen nada mal con David Rodríguez en el micrófono: “1312”, “Punk Rock Love”, “Ashes of My Enemies”, “My Blood, My Life, Always Forward”, toda una seguidilla de canciones
perfectas para tener al público haciendo mosh, y la banda suena tan prolijamente desordenada como de costumbre.
De vuelta en el Temple, los islandeses Skálmöld trajeron la era vikinga a Francia con su set. A diferencia de muchas bandas de “viking metal”, Skálmöld no tienen problemas con acelerar en sus canciones, como se puede escuchar en el medio de la épica “Miðgarðsormur”, y logran dar un espectáculo interesante con su interpretación de este
sonido, con todos los integrantes aportando sus voces y dando como resultado una experiencia como para que el público también cante a coro… siempre y cuando sepan algo de islandés, claro está. “Verðandi”, “Kvaðning” y otras canciones completaron un buen set de parte de los oriundos de Reykjavík. A las 21:45, con la noche bien entrada, en el Valley pudimos ver a Mr. Bungle, que dieron un concierto a la altura de su particular leyenda como promotores de la locura musical. La banda de Mike Patton, Trey Spruance y Trevor Dunn, ahora acompañados por nada menos
que Scott Ian (Anthrax) y Dave Lombardo, es de tocar una mezcla de canciones propias, covers y algo que podríamos llamar “reversiones” en sus conciertos: es así que arrancan con “Satan Never Sleeps” de la cantante de los sesentas Timi Yuro, seguida por “Anarchy Up Your Anus” y también incluyendo “Spreading the Thighs of Death” y “My Ass Is On Fire”, para meter también un “Habla Español o Muere” reversionado como “Speak French or Die”
para la ocasión. También tuvieron a Wolfgang Van Halen como invitado en “Loss of Control” de Van Halen y a Andreas Kisser en “Territory” de Sepultura. Cerrando con una sarcástica “All By Myself” de Eric Carmen reversionada como “Go Fuck Yourself”, el humor extraño de la banda se mezcló con su música cambiante y experimental.
Ahora, está clarísimo que el plato fuerte de este tercer día del Hellfest se iba a dar en el primer escenario a las 22:45 con nada menos que Metallica tomando por asalto el escenario: te gusten o no los últimos discos de Hetfield-Ulrich-Hammett-Trujillo, está claro que son la banda más convocante del heavy metal, de esas que le llegan incluso a gente
que no escucha a ninguna otra banda en el estilo. Pero también está claro que no hay mucho nuevo que se pueda decir acerca de un concierto de Metallica: entrarán con la inmortal “Ecstasy of Gold” de Ennio Morricone dándole ese toque épico al inicio del recital, “Creeping Death” tendrá a la gente coreando cada línea como un himno y lo mismo se podrá decir de “Hit The Lights”, “For Whom The Bells Tolls”, “Nothing Else Matters” y cualquier otro clásico enorme de la banda, mientras que las más nuevas como “72 Seasons” y “Lux Æterna” tendrán un recibimiento que podríamos llamar “aceptable”, pero sin encender a la gente como las otras. James Hetfield hará lo suyo cargándose al hombro la tarea de comunicarse con la gente, Ulrich hará su tarea decente como baterista, Hammett hará sus solos y Trujillo seguirá estando demasiado sobrecalificado para su tarea como bajista como si Jaco Pastorius tocara con los Ramones. No necesitan leer todo esto para saber lo que pasó: fue un recital de Metallica y eso es lo que importa. Ya entrada la medianoche, cerrábamos este tercer día con un par de presentaciones
nocturnas. Nos dirigimos al Valley para presenciar a Julie Christmas, la cantante estadounidense conocida por su paso por bandas como Made Out Of Babies en el post hardcore y Battle of Mice en el sludge metal. Sin embargo, alcanzó gran reconocimiento con Mariner; el álbum que lanzó en colaboración con los postmetaleros suecos Cult of Luna en 2016, y ahora presentaba Ridiculous and Full of Blood, su aclamado nuevo álbum solista.
Comenzando con el cover de “Bones In The Water” de Battle of Mice, Julie se centró principalmente en su nuevo trabajo, ofreciendo una muestra de riffs ruidosos y ritmos lentos acompañados por sus poderosos gritos y su presencia destacada en el escenario, resaltada por su movimiento y su vestimenta, incluyendo una máscara que brillaba en la oscuridad. Temas como “Thin Skin”, “The Ash” y “Silver Dollars” demostraron que Julie Christmas
ofrece brutalidad sin ser monótona, ruido sin aturdir y atmósferas sin aburrir. El entusiasmo del público fue evidente, con una buena cantidad de personas que optaron por esperar hasta la medianoche para verla en acción.

Para el último día del Hellfest, era hora de ponernos retro con los suecos Blues Pills. Hay algo en la fórmula del cuarteto que los hace sonar viejos pero refrescantes al mismo tiempo: mezclar blues y rock pesado está muy lejos de ser algo nuevo, pero la dosis de soul que la voz de Elin Larsson le inyecta al sonido de la banda le da esa identidad que a tantos grupos de esta movida de rock retro del falta. Blues Pills nos deleitaron con tracks como “Proud
Woman”, “High Class Woman”, “Little Sun” y los adelantos “Birthday” y “Don’t You Love It” de Birthday, el álbum que lanzarán en agosto. Con mucha energía garagera y esos riffs valvulares clásicos, los suecos dejaron una sonrisa en todos los presentes. Enfilando al Valley estuvimos en el set de Therapy?, los rockeros norirlandeses que regresaron al Hellfest tras una década. Los comandados por el cantante / guitarrista Andy Cairns y el bajista Michael McKeegan tomaron control del escenario con sus riffs erráticos y ruidosos. Con una mayoría de canciones salidas del clásico Troublegum pero también un par del reciente Hard Cold Fire, el trío dio una actuación de rock energético: seas punk, metalero o alternativo, Therapy? es la clase de banda que le puede llegar a todo el mundo,
como se evidenció con la gente cabeceando clásicos como “Knives”, “Screamager” y “Die Laughing”. Para aclarar las cosas, el Batushka que se presentó en el Hellfest es la de Drabikowski, la que es considerada por la enorme mayoría del público como la versión legítima y la que ganó en el juicio entre ambas partes. Con eso aclarado, es raro ver a este grupo tan particular en un escenario tan grande y abierto como el del Temple: ese black metal con temática de Iglesia Ortodoxa Rusa no se termina de adaptar a semejante ambiente, más dado a la intimidad y hermetismo de un lugar cerrado. Pero la potencia de los riffs sigue estando, más allá de que no fuera el mejor contexto. Esperemos que los problemas legales terminen por solucionarse para así tener nuevo material de esta banda tan interesante. Cerrando las actuaciones en el Valley tuvimos a Rival Sons, el cuarteto estadounidense que ha cautivado a muchos fans del rock retro con su hard blues con algún que otro tinte psicodélico, sobre todo en el Lightbringer editado el año pasado, y que me la paso confundiendo con Royal Blood por alguna razón, que encima también se presentaban el
mismo día. La banda desplegó un setlist variado, mezclando clásicos como “Secret”, “Electric Man” y “Pressure and Time” con las más nuevas “Mirrors” y “Nobody Wants To Die”, aunque estas dos últimas serían las únicas de sus dos discos del 2023. Más allá de esos detalles, el de Rival Sons fue un gran set de blues rock enérgico y, ciertamente, bien
vestido, con la oscuridad del domingo ya haciéndose evidente. Y ya para cerrar todo de una vez por todas, a las 23:00 Dimmu Borgir tomaron control del Temple. Aunque al principio el micrófono de Silenoz estaba directamente apagado al comenzar “Raabjørn speiler draugheimens skodde”, el problema técnico se solucionó rápidamente, dándonos la oportunidad de disfrutar la potencia de la banda en vivo. Está bien, admito que Dimmu Borgir no es la banda más respetada por el fan “kvlt” del black metal, pero queda claro que el espectáculo del sexteto es extremadamente profesional, y los teclados cursis son mi debilidad, perdonen. Así pasaron “Progenies of the Great
Apocalypse”, “Spellbound (by the Devil)” y “The Insight and the Catharsis” por nombrar algunas, con los clásicos como el fuego saliendo de las plataformas en el frente durante “Council of Wolves and Snakes” y Silenoz siendo mucho más comunicativo y hasta diría carismático que el frontman promedio del black metal. Y el público respondió con mucho entusiasmo, con mucho headbanging casi sincronizado y hasta haciendo crowdsurfing. A los noruegos no se les perdonará el que le llegaran a un público por fuera del black metal, pero han aprovechado los medios para dar un buen espectáculo. Fue así que llegamos al final del Hellfest, retirándonos del lugar para ir al hotel y tener el
equipaje ya preparado para irnos temprano en la mañana del lunes. Más allá de quedar con el cuerpo adolorido y la mente un tanto aturdida después de tanta música a todo volumen, fue bueno poder experimentar uno de los mejores eventos de la música pesada mundial. Y, obviamente, esperamos poder repetir en el 2025.

Por Priscilla Boisguerin
PH: Paul Bouaziz

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