ALGO HA CAMBIADO. Clutch – Uniclub (20-07-2024)

Sin dudas, algo ha cambiado. Tuvieron que pasar más de 30 años para que Clutch finalmente visite Argentina. El suceso ocurrió en el barrio del Abasto, en el Uniclub donde Noiseground juega de local y se da gusto de traer visitas por fuera de lo común dentro del espectro de la música pesada y distorsionada. Para los y las amantes del sonido valvular, ya es una banda menos de la lista de pendientes.

El cuarteto estadounidense cuenta con trece discos de estudio. Sonaron canciones de nueve de ellos. El repaso por la discografía fue rozó lo integro. En total fueron 17 canciones en casi una hora y media de recital. La locura fue total.
Desde el arranque con  «Earth rockes» y «X-Visions Rays» el publico estuvo decidido en perder el frío, saltar y empujarse como jóvenes, aunque la gran mayoría pase los 40, y armara rondas en un recinto con capacidad para 600 personas que estuvo al borde de la plenitud.

Clutch es contundente. Y así como contundente queda perplejo ante la efervescencia argentina. Entre tema y tema, un canto popular iba de abajo hacia arriba. Así las sonrisas de Neil Fallon y su coqueteo se volvió un ida y vuelta fluido con sus seguidores. «Finalmente estamos acá y no sé porque tardamos 31 años en venir», dijo en más de una ocasión. El público intenta hablar en ingles. Uno grita: «Yo todavía no había nacido». Fallon agradece en castellano, intenta conversar y trastrabilla, pero lo logra. En el ínterin suenan «The mob goes wild», «Cypress Grove», «Escape From the Prison Planet» y «Spacegrass».

La conexión que Clutch tiene con Latinoamérica es fuerte. La madre de Jean Paul Gaster (batería) es uruguaya. La madre madre y el suegro de Fallon hablan español. La banda descubrió a Pappo a través de Per Wiberg de Kamchatka, quien antes tocaba en Opeth y Spiritual Beggars. Allí comenzó un amor y una admiración por el carpo que los llevo a reversionar «Algo ha cambiado» en Strange Cousins from the West (2009). Con un estudio meticuloso la muchachada argentina con precisa advertencia comenzó a cantar por Pappo y automáticamente, la banda interpreto el clásico de Pappo’s Blues VOL II. «Que feliz poder haberlo hecho», exclamo Fallon.

El sonido de Clutch es simple: grandes riffs, baterías sólidas con un fuerte énfasis en el ritmo y voces bluseras y ardientes. Se nota el acento yankee de Fallon. Suma cuando se calza la guitarra y cuando sopla la armónica. El frontman y quien se lleva todo puesto es él. Sus manos se mueven como director de orquesta y ordena el coro mientras que su cuerpo se contrae y expresa movimientos espasmódicos. El resto del grupo queda atrás. Atrás como base. Los fills de Gaster crecen de a poco, los golpes son secos y fuertes. El bajo Rickenbacker de Dan Maines galopa como pocos en el estilo y la guitarra de Tim Scult conectada a un orange genera ese sonido identitario sucio, grave y grueso. «A Quick Death in Texas» y «Slaughter Beach» lo ejemplifican.

Como acto final y tras una breve pausa el final estuvo por el doble «Electric Worry» y un segundo cover, pero que también ya suena propio, «Fortunate Son» de Creedence Clearwater Revival. Indudablemente, algo ha cambiado y para bien. Solo resta esperar que no pasen tres décadas para volver a ver a Clutch en Argentina.

Por Jonatan Dalinger 




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