Sin prisa pero sin pausa, las altas temperaturas van ganando protagonismo en el clima porteño, pero por suerte aún quedan pequeños oasis en donde se encuentra alivio. Tsjuder regresaba al país con disco nuevo bajo el brazo, lo que prometía una noche llena de rabia y gélidas sonoridades como sólo una banda oriunda de Noruega puede pergeñar.
Dios Serpiente sería el primero en abrir la tarde-noche. Y hablo en singular ya que se trata de una one man band de bajo y voz que junto a diversas pistas con variopintas aristas, logran un sonido propio y singular dentro de la escena local. Un proyecto que asiduamente viene recorriendo numerosos escenarios, así que en cuanto tengan la oportunidad de verlo en vivo, no duden.
La noche comenzaba a teñirse de negro mientras Wolves Winter desataba su black metal ritualista. Una propuesta con una fuerte puesta en escénica y sonoridades clásicas, muy bien recibido por el publico que ya comenzaba a tomar lugar. Otra de esas bandas que hay que seguirle el rastro y no perder oportunidad de verla en vivo.
Ahora si, los actos nacionales habían dejado el terreno preparado para el asedio noruego. Una prueba de sonido corta, una intro que se disipaba y la trifecta toma el escenario por asalto. El arranque con «The Daemon Gate» destilaba odio y de ahí en mas la banda en encargó de masacrar tímpanos a fuerza de riffs incisivos, blast beats aplastantes y voces cargadas de rabia. En Tsjuder no hay lugar para las sutilezas, todo se rige a la vieja usanza, la vieja escuela como orden regulador. Con un sonido que pudo haber sido mejor, la banda repasó su discografía, incluyó tres temas de su nuevo trabajo y hasta sorprendió con dos covers: «Troops of Doom» de Sepultura y «Sacrifice» de Bathory, este último muy festejado.
Sin mucha demagogia innecesaria, hablando a través de sus canciones, Tsjuder regresó a Buenos Aires y la noche fue mas negra que lo normal. Los maestros de ceremonia se retiran, el ritual de sacrificio ha sucedido con éxito.
Por Martin Tula
Fotos: Cuervo Deth
