EL HOMBRE QUE NO SE PUEDE IR. Los Antiguos – Groove (24-06-2023)

Han pasado dos años del repentino fallecimiento de Pato Larralde. El impacto no solo conmocionó a la escena cultural argentina sino que dejó un sin fin de cicatrices a lo largo y ancho del país. Desde su Huanguelén natal hasta cada uno de los rincones en los que se presentó con Sauron o Los Antiguos. Hace algunos años al bajarse de Cosquin Rock le preguntaron como se sentía. A lo que respondió: «El escenario es lo mejor que me dio la vida después de mi mujer y mi hija.» Bajo este afirmación es doblemente emocionante la unificación de celebrar su vida y homenajearlo con un show entre músicos, amigos y familiares.

Son las 20 horas y estoy llegando a Groove. Viajo en un taxi junto a tres personas que conocieron bien de cerca al Pato. Bajamos y saludamos a más amigos y allegados. Las menciones podrían ser varias, pero todo se reduce en que en tan solo unos minutos la unificación entre Antiguos y seguidores daría un cierre.

Las señas para que se abra el telón también fueron las mismas para que se estrujara el corazón, para que se cierre la garganta, para que caigan las primeras lágrimas entre llantos y sonrisas y hacer el duelo necesario. Ahí en el escenario de Groove estaban Mow, el Tano, David y Huija; los cuatro antiguos tocando «No te lo puedo decir». Allí el primer invitado salió para iniciar el rito: con botella de vino tinto y copa en mano Javier «Knario» Campiano de Plan 4 levantó el elixir hacia las fotos de Larralde que hubo en las tres pantallas que rodeaban a los músicos para luego interpretar «La Nassa» y «Vamos.» Para el mismo ritual fueron convocados Wata de Matan S.A en «La peste del sapo» y «La gran campana», este último como uno de los puntos altos de las reversiones. Después fue el turno de Miguel Maciel de Mastifal con «El hombre que no se puede ir», acertado tema para variar entre peculiares guturales con el recitado sobre el cierre. La cuota thrash  llego con Guillermo «Temo» Romero de Serpentor con las veloces «H.P.V» y «Eslasher te va a matar.» También Xon de Banda de la muerte en «Te lo vengo diciendo» para que luego se sumara Cristian Rodriguez de Avernal en «Dios de los paganos», así en dúo, como en la grabación del Simple (2012) junto a Larralde. Finalmente, el último bastión que le puso voz al homenaje fue nada más ni nada menos que Larry Zavala de Nepal e incluso uno de los músicos más celebrados. Intuyo que, lógicamente, debido a su trayectoria, pero también por ser un par de la generación de el viejo. Así, como acto de cierre, sonaron primero «El inventor del mal» y luego con «La culpa al viento.» El final se asomaba, luego de casi una hora y media.

Hasta el momento volver a escuchar temas de una banda que perfilaba a ser una nueva representación del metal nacional fue emocionante porque remite a la tradición local, pero a su vez con adeptos de una camada completamente ajena a la misma. Por otra parte, las canciones sin voz, pero con otras voces que no callan mantienen vivo el mensaje y el espíritu: canciones que fueron festejadas de principio a fin entre bebidas y esa danza llamada pogo.

Ahora si: el cierre. Iapalucci y Huija entonaron las estrofas de «No hace falta que pregunte» dando cuenta de que lado hay que estar. A Larralde se lo conocía también por ser el pato de la gente, ese tipo cercano sin conocerlo mucho. Hace seis me dijo que lo lindo de las composiciones es que sean trascendentes. Fíjense si lo son, que el último invitado para cantar el himno, el clásico de Los Antiguos, «Hecho a mi medida», fue el mismísimo público.

Citando textualmente a Conforti: «Esto fue el homenaje a le mejor persona que nos acompaño en este mundo, gracias Pato.» Porque allí, en el clamor, en el respeto, en la celebración de la vida reflejada en voces quebradas por la emoción, permanece aquel que hoy ve todo, menos el sol, aquel hombre que no se puede ir.

Cronista: Jonatan Dalinger
PH: Cuervo Deth

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